Así como existe una escala de valores morales también hay valores inmorales o antivalores. Es decir, una persona inmoral es aquella que rechaza o viola los valores establecidos. En la caso de la honestidad el antivalor es la deshonestidad.
La deshonestidad es un «no» valor que representa todo lo falso, fingido y tramposo. Este antivalor, no respeta a la persona ni a los demás, sino que es opuesto a la honestidad o sinceridad.
Si entendemos que la persona honesta actúa con fundamento en la verdad y en la justicia, sin mentiras, ni fingimientos.
Por el contrario, las personas deshonestas pueden ser reconocidas fácilmente por engañar, buscar la mentira, el encubrimiento y el disimulo.
La palabra deshonestidad
El término deshonestidad es empleado como sinónimo de: indecencia, inmoralidad, deslealtad, cinismo, desvergüenza, indignidad, oportunismo, etc. Igualmente, algunos antónimos de esta expresión son: decencia, dignidad, modestia, pudor, entre otros.
Evidentemente el concepto de deshonestidad y honestidad no es el mismo. Mientras uno significa ser falso, ficticio, tramposo. El otro, tiene que ver con ser decente, recatado, razonable justo u honrado.
Características de una persona deshonesta
- Elabora trampas y engaños.
- Estar en conflicto consigo mismo y con los demás.
- Busca la confianza y amistad de los demás a través de mentiras
- Su vida se basa en apariencias, vive de falsedades
- Es desvergonzado, irrespetuoso
- No es razonable con sus actos
- Se oculta
La deshonestidad en la sociedad
Si en el mundo dominara la verdad o estuviera habitado por seres completamente conscientes, la deshonestidad no tendría ningún poder. Pero desgraciadamente, debemos de coexistir con las deshonestidad.
Los seres humanos, abrigamos una variedad de predisposiciones e impulsos que no concuerdan naturalmente con la razón. Como resultado, somos deshonestos en asuntos laborales, de trabajo o familiares. Esto conlleva a la desconfianza, creando un fuerte impedimento en las relaciones personales.